Monseñor Eladio Sancho Cambronero
“Hice todo lo que tenía que hacer, sólo espero morir”, esas fueron las palabras del Monseñor Eladio, “arquitecto social” y visionario más grande que ha tenido el cantón de San Carlos, durante una entrevista en su casa de habitación en Barrio San Antonio, de Ciudad Quesada, donde vive desde marzo de este año.
Dice que regresó, para morir en la tierra más bella de todo el país. Vivía con su hermana Hortensia en San José, desde hacía más de 30 años.
Expresa que anhela morir para ver cara a cara a Dios porque su obra ha concluido, que todo lo que tuvo que hacer ya lo hizo, que no le quedó nada por hacer.
“Cuando muera quiero que la gente me recuerde como aquel que ha amado mucho San Carlos, yo me siento identificado con esta tierra”, expresa Sancho que nació en Palmares de Alajuela, pero que la mayor parte de su vida la ha pasado aquí.
San Carlos, la tierra que lo acogió hace más de 60 años; aquí llegó en 1950, proveniente de Alajuela. Venía por dos meses para sustituir al padre Fernando Ramírez, que estaba muy enfermo, pero se quedó para siempre, como él dice.
“Sancarleño hasta la muerte”, expresa sin preguntarle, mientras sonríe y muestra un aire de satisfacción. -Vine a pasar mis últimos días aquí, todo lo que tenía que hacer lo logré, no me queda nada más que morirme para ver al señor cara cara, quiero morirme, jamás creí que llegaría a vivir 100 años, pero aquí estoy muy satisfecho de todo”, dice con voz fuerte y segura.
La catedral, obra cumbre
“Mi mayor obra es la construcción de la catedral de Ciudad Quesada, hecha con el dinero recogido durante 24 turnos: durante 24 años. Anduve por todo San Carlos pidiendo. Una vez tuve que estar ocho días en el hospital de la andada a caballo”. No olvida el tamaño de la catedral: “tiene 47 metros de largo, por 24 de ancho, la torre mide 46 metros, pero seis son por el tamaño de la cruz, la fachada tiene una separación de dos pulgadas del templo por aquello de los temblores. ¿sabe cuánto costó la catedral? -costó ¢8 millones a finales de los setenta cuando se terminó, gracias a dos subastas de ganado donde se realizaron ¢600 mil”, contesta, mientras tose.
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